Bien, hoy estoy un poco inquieto y quería dejar anotado algunas cosas... El fin de semana fue casi dialéctico. El sábado me fui de mi casa porque no tenia ganas de estar en casa (andaba un poco enojado, sí), y anduve toda la jornada yendo a lugares distintos: visita al sr. A luego de mucho tiempo sin vernos (la categoría de "mucho" es muy subjetiva en mi discurso), mates con JL, primer retorno al hogar, asado delicioso en lo de mi tio, segundo retorno al hogar, la mejor escala de todas: la fiesta BUBAMARA (en la que, literalmente, salí gritando: "QUÉ GOLAZO" y tengo testigos) y luego volví por tercera vez a mi hogar, para quedarme. El domingo estuve todo el faquin dia enterrado en mi casa, pero muy tranquilo (en argentino: muy paja), lo que el domingo escuché de música, hoy, lunes, leí.Estoy leyendo tres libros a la vez: el manifiesto comunista (motivado a partir de un debate político con JL), "las cuatro estaciones" de Stephen "Escribo-best-seller-y-living-la-vida-loca" King (del cual ya devoré 130 páginas netas), y comencé por el primer capítulo del "Miedo a la Libertad", del maestro Erich Fromm, en el ciclo de mis lecturas de ensayos veraniegos
domingo no salí en todo el día
lunes quise salir, pero no tenia a dónde ir, a nadie a quién visitar, nada importante qué hacer (mentira, me re colgué con ir a buscar mi propia piel al hospital tano)... y hacía mucho calor...
estoy pensando en dividir mi blog en, por un lado, las payasadas "interesantes" (o si prefieren "serias") y, por el otro, las payasadas más personales, como esta, u otras más... pero no creo q tenga importancia
la computadora de mi viejo está peor que la del cybercafé más crapulento de todo Once, con un único ventilador barato descompuesto y 20 pendejos gritando "EH, LOCO, QUÉ CAMPEÁS, TE VOY A TIRAR UN FAIR IN DE JOUL" mientras que otro 15 se hacen la quinta paja en el apartado de maduras del gemidos punto com (sí, yo también fui adolescente, pero no en un cyber, por dios!)
ah, leí todo el blog de la señorita sable de luz... finalmente!
dejé el aire prendido en mi cuarto y es la quinta vez que mi hermano se alegra de tener que venir a practicar sus instintos paternales con su hermano menor... de diecinueve años
en fin... mando smilies a todos los que lean esto :)
lunes, febrero 26, 2007
sábado, febrero 10, 2007
El efecto anti-identidad de la pornografía
Es un recurso bastante clásico, difundido a través de literatura, teatro, cine y televisión, el drama casi trágico de la hija cuyo secreto es descubierto deshonrosamente por su padres y seres queridos, secreto en el que la hija trabaja como prostituta, desnudista o actriz pornofílmica. Si uno compara o tomase cualquiera de esas historias con una película porno, podría notar la interesante divergencia que existe.
En el drama, la hija junto con todo su capital afectivo e incluso social, se ve mancillado por el desmantelamiento del secreto, de algo que la hija misma a conciencias pretendía esconder a su familia. Es, por tanto, algo que la hija intenta alejar de su espacio sociofamiliar, algo que no pertenece, pero que existe dentro de ella.
De todas formas, en ese aspecto me detengo ahí porque no tengo ningún conocimiento acerca de una causa o un fin psicológico válido para tal conducta.
En el otro, que es opuesto, se ve, sencillamente, una película porno. Un producto para un consumo tabú, reconocido y legalizado, pero de lo que no se habla en todas partes. Es precisamente, una cosa, algo para poseer, el casette o la conexión al canal porno, que a su vez contienen las imágenes de una mujer. Y acá encuentro la diferencia.
En uno tenemos una mujer, una persona, en el otro, son solo imágenes, personajes, algo que es producto de un trabajo minucioso, que incluye productores, directores, inversiones, maquillaje, sonido, camarógrafos y una actriz (que está aportando valor, está entregando el valor que es su cuerpo). Es una cosa, no una persona.
Esta cosa, estas imágenes, son el resultado de una alienación, una extirpación del "alma individual" -su capital social y afectivo- de su cuerpo, que además es valorizado, se paga por el trabajo, el valor de uso y el valor de escasez que hay en el cuerpo. Entonces, el ver la imágen de la actriz, es ver a su hija desprovista de identidad, convertida en un objeto específicamente sexual, para consumo sexual, por el que se paga y se disfruta. Es ver a una persona convertida en un bien que se vende, que se expone, que tiene precio, que llega a las manos de cualquiera. Todo esto, encubierto en el horror de presenciar vivamente la sexualidad de su hija, sexualidad a menudo conservada, vigilada, limitada por el celo paterno y que espera ser efectivamente normalizado, para servir a las instituciones del matrimonio o sanción legal de la relación sexual.
Esto, a la vez, resulta impactante porque el sexo, que es, si no me equivoco, una importante función biológica y social para la reproducción y el desarrollo integral de la vida ingresa al mercado como bien sujeto de demanda y de oferta. Sexo, que fue por muchos siglos sujeto de represión por fines políticos y económicos, al cual se le añadieron trabas sociales y morales para reglamentarlo y que ahora, gracias al mercado anómico, permite a cualquier agente económico superar tales barreras para acceder al sexo de la hija actriz porno por un precio de cambio. Igual que si fuera una prostituta o una desnudista, se accede a su sexo por algún medio posible, saltándose la imposición del matrimonio.
...................
Sí, estoy leyendo mucho Foucault.
En el drama, la hija junto con todo su capital afectivo e incluso social, se ve mancillado por el desmantelamiento del secreto, de algo que la hija misma a conciencias pretendía esconder a su familia. Es, por tanto, algo que la hija intenta alejar de su espacio sociofamiliar, algo que no pertenece, pero que existe dentro de ella.
De todas formas, en ese aspecto me detengo ahí porque no tengo ningún conocimiento acerca de una causa o un fin psicológico válido para tal conducta.
En el otro, que es opuesto, se ve, sencillamente, una película porno. Un producto para un consumo tabú, reconocido y legalizado, pero de lo que no se habla en todas partes. Es precisamente, una cosa, algo para poseer, el casette o la conexión al canal porno, que a su vez contienen las imágenes de una mujer. Y acá encuentro la diferencia.
En uno tenemos una mujer, una persona, en el otro, son solo imágenes, personajes, algo que es producto de un trabajo minucioso, que incluye productores, directores, inversiones, maquillaje, sonido, camarógrafos y una actriz (que está aportando valor, está entregando el valor que es su cuerpo). Es una cosa, no una persona.
Esta cosa, estas imágenes, son el resultado de una alienación, una extirpación del "alma individual" -su capital social y afectivo- de su cuerpo, que además es valorizado, se paga por el trabajo, el valor de uso y el valor de escasez que hay en el cuerpo. Entonces, el ver la imágen de la actriz, es ver a su hija desprovista de identidad, convertida en un objeto específicamente sexual, para consumo sexual, por el que se paga y se disfruta. Es ver a una persona convertida en un bien que se vende, que se expone, que tiene precio, que llega a las manos de cualquiera. Todo esto, encubierto en el horror de presenciar vivamente la sexualidad de su hija, sexualidad a menudo conservada, vigilada, limitada por el celo paterno y que espera ser efectivamente normalizado, para servir a las instituciones del matrimonio o sanción legal de la relación sexual.
Esto, a la vez, resulta impactante porque el sexo, que es, si no me equivoco, una importante función biológica y social para la reproducción y el desarrollo integral de la vida ingresa al mercado como bien sujeto de demanda y de oferta. Sexo, que fue por muchos siglos sujeto de represión por fines políticos y económicos, al cual se le añadieron trabas sociales y morales para reglamentarlo y que ahora, gracias al mercado anómico, permite a cualquier agente económico superar tales barreras para acceder al sexo de la hija actriz porno por un precio de cambio. Igual que si fuera una prostituta o una desnudista, se accede a su sexo por algún medio posible, saltándose la imposición del matrimonio.
...................
Sí, estoy leyendo mucho Foucault.
martes, febrero 06, 2007
Abuso del lenguaje discursivo.
Hacee algunos días, estaba caminando por mi casa, y cuando paso frente al televisor encendido que alguien estaba mirando, alcanzo a leer y escuchar un solo titular de un noticiero de Canal Nueve. Más allá de la cuestionable naturaleza ideológica de este canal, podrán coincidir conmigo que la siguiente afirmación está presente en todos o casi todos los medios de comunicación del establishment global.
La frase en cuestión era, más o menos, la siguiente:
"CONFIRMADO: EL HOMBRE ES EL PRINCIPAL RESPONSABLE DEL DETERIORO DEL MEDIO AMBIENTE"
(o no recuerdo bien si se refería al cambio climático que está tan presente estos últimos días, pero se entiende que se relaciona directamente a una problemática ambiental)
Ahora, la pregunta es: ¿¿¿Por qué el HOMBRE???
Es superflúo aclarar que, en nuestras categorías usuales del discurso, "el hombre" como está dicho en tal frase, se refiere a la generalidad, por no decir, a toda la raza humana. Esto comprende a todos los seres humanos, de todos los países, de todas las razas, de todos los sexos, de todas las ideas, de todos los trabajos, de todos los estratos sociales, de todos los períodos históricos, incluso los que hoy están naciendo o caminan sus primeros pasos.
La pregunta, más específicamente sería: ¿Por qué permitimos que nos incluyan en esa categoría que son en realidad muy pocos los verdaderos responsables? Entonces, ¿por qué permitinos que esos pocos y perversos responsables nos echen la culpa, nos culpabilicen y nos amarguen con su maldito discurso? ¿Por qué no se organizó una protesta o un piquete en frente de Canal Nueve y todos los medios de comunicación que intentan responsabilizarnos de algo que la mayoría de nosotros no tenemos NADA o casi nada que ver?
Es muy clara la maniobra discursiva: se trata de un desclasamiento del problema. Es decir, el cambio climático, la deforestación, la desertificación, el derretimiento de los hielos polares, la desaparición de especies animales y vegetales, la contaminación aerea, acústica, marina, pluvial, etc., el debilitamiento de la capa de ozono, los desastres atómicos, y un larquísimo etc. es, según estos elaboradores de discurso, una responsabilidad que trasciende todas las categorías de la sociedad, de las naciones, de la economía, de la humanidad, en pocas palabras. Suena muy lindo todo eso de colaborar para no contaminar, reciclar, reusar, sí. Pero en todo caso, nadie está hablando de quién es el responsable, por no decir el verdadero culpable, de que todo lo anterior haya ocurrido o esté por suceder.
Muchos de los fenómenos que cité más arriba, y eso que son unos pocos, tienen pocas décadas de manifestación. Porque, aunque no existiese el saber ni la demanda de saber ambientalista en las edades medieval ni antigua, creo estar en lo correcto en afirmar que no existía ninguna amenaza seria al medio ambiente.
Entonces, el principal responsable de todo lo dicho NO ES EL HOMBRE, es una CLASE DE HOMBRES, me refiero a una clase social específica, aunque bastante mutante en su devenir histórico, que son los grandes capitalistas que poseen los medios para poder afectar de tal manera el medio ambiente mediante sus acciones productivas y además, cagarse deliberadamente en las consecuencias. Solo les importa la ganancia rentista, y dejan de lado todo tipo de responsabilidad que trae aparejada, que teniendo en cuenta que son quienes concentran los motores productivos de la economía, son muchas y muy grandes. Por eso, no se hacen ni se harán cargo jamás de las problemáticas sociales como la indigencia, el hambre, la falta de cobertura médica y educativa; las problemáticas políticas como la persecucíon, la represión violenta, las guerras y sus consecuencias; y por supuesto, de las problemáticas ambientales que amenazan con destruir, no solo a la raza humana (que no se lo tiene merecido, como muchos pesimistas piensan) sino a la vida en general.
Así que, una cosa es amargarse por la impotencia entendible que tiene, sí, el hombre para evitar o solucionar los problemas ambientales que nos acechan. Pero es INJUSTO Y CRUEL sentirnos culpables y responsables por un problema enorme que otros pocos y astutos nos quieren endilgar.
La frase en cuestión era, más o menos, la siguiente:
"CONFIRMADO: EL HOMBRE ES EL PRINCIPAL RESPONSABLE DEL DETERIORO DEL MEDIO AMBIENTE"
(o no recuerdo bien si se refería al cambio climático que está tan presente estos últimos días, pero se entiende que se relaciona directamente a una problemática ambiental)
Ahora, la pregunta es: ¿¿¿Por qué el HOMBRE???
Es superflúo aclarar que, en nuestras categorías usuales del discurso, "el hombre" como está dicho en tal frase, se refiere a la generalidad, por no decir, a toda la raza humana. Esto comprende a todos los seres humanos, de todos los países, de todas las razas, de todos los sexos, de todas las ideas, de todos los trabajos, de todos los estratos sociales, de todos los períodos históricos, incluso los que hoy están naciendo o caminan sus primeros pasos.
La pregunta, más específicamente sería: ¿Por qué permitimos que nos incluyan en esa categoría que son en realidad muy pocos los verdaderos responsables? Entonces, ¿por qué permitinos que esos pocos y perversos responsables nos echen la culpa, nos culpabilicen y nos amarguen con su maldito discurso? ¿Por qué no se organizó una protesta o un piquete en frente de Canal Nueve y todos los medios de comunicación que intentan responsabilizarnos de algo que la mayoría de nosotros no tenemos NADA o casi nada que ver?
Es muy clara la maniobra discursiva: se trata de un desclasamiento del problema. Es decir, el cambio climático, la deforestación, la desertificación, el derretimiento de los hielos polares, la desaparición de especies animales y vegetales, la contaminación aerea, acústica, marina, pluvial, etc., el debilitamiento de la capa de ozono, los desastres atómicos, y un larquísimo etc. es, según estos elaboradores de discurso, una responsabilidad que trasciende todas las categorías de la sociedad, de las naciones, de la economía, de la humanidad, en pocas palabras. Suena muy lindo todo eso de colaborar para no contaminar, reciclar, reusar, sí. Pero en todo caso, nadie está hablando de quién es el responsable, por no decir el verdadero culpable, de que todo lo anterior haya ocurrido o esté por suceder.
Muchos de los fenómenos que cité más arriba, y eso que son unos pocos, tienen pocas décadas de manifestación. Porque, aunque no existiese el saber ni la demanda de saber ambientalista en las edades medieval ni antigua, creo estar en lo correcto en afirmar que no existía ninguna amenaza seria al medio ambiente.
Entonces, el principal responsable de todo lo dicho NO ES EL HOMBRE, es una CLASE DE HOMBRES, me refiero a una clase social específica, aunque bastante mutante en su devenir histórico, que son los grandes capitalistas que poseen los medios para poder afectar de tal manera el medio ambiente mediante sus acciones productivas y además, cagarse deliberadamente en las consecuencias. Solo les importa la ganancia rentista, y dejan de lado todo tipo de responsabilidad que trae aparejada, que teniendo en cuenta que son quienes concentran los motores productivos de la economía, son muchas y muy grandes. Por eso, no se hacen ni se harán cargo jamás de las problemáticas sociales como la indigencia, el hambre, la falta de cobertura médica y educativa; las problemáticas políticas como la persecucíon, la represión violenta, las guerras y sus consecuencias; y por supuesto, de las problemáticas ambientales que amenazan con destruir, no solo a la raza humana (que no se lo tiene merecido, como muchos pesimistas piensan) sino a la vida en general.
Así que, una cosa es amargarse por la impotencia entendible que tiene, sí, el hombre para evitar o solucionar los problemas ambientales que nos acechan. Pero es INJUSTO Y CRUEL sentirnos culpables y responsables por un problema enorme que otros pocos y astutos nos quieren endilgar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)