Hasta el momento me resistí un poco en la idea de escribir realmente acerca de lo que realmente sentía, cosas como mis miedos, mis frustraciones, y también, por qué no, las cosas buenas. En parte es por esa cosa mía de querer asumirme como un subversivo de los tiempos que me tocan vivir, pero como muchos señalan, yo soy solo una sola persona y poco puedo hacer para resistirme a los hechos sociales, las modas, o las nuevas instituciones o hechos culturales, entendidos desde un punto de vista antropológico. Peor aún, la verdad es que no me siento parte de esas cosas, soy solo un mero observador que lee las cosas en los medios masivos de comunicación y poco o nada me toca vivir. Creo que, a esta altura del partido, es una actitud imbécil, sobre todo a la hora de criticar y renegar, que solo termina generándome sufrimiento y el sentimiento de vacío alienante, como de no pertenecer. Es horrible.
Por eso intentaré el ensayo de un escrito “autobiográfico” o personal. A lo mejor, tantas personas lo hacen, hoy en día, por algo, quizás porque las haga sentir mejor, incluso con ellos/as mismos/as. Es decir, hay cosas que ya dejan de ser meras casualidades para erigirse como fotografías de una época. Solo de navegar un poco de Internet uno ve mil millones de ciberespacios dedicados a una sola persona, un solo individuo o dividuos, en el que todos expresan sin miedo ni culpa ni cuestionamiento alguno lo que sienten, lo que piensan, definen libremente sus personalidades, aprovechan, efectivamente, esos espacios, algunos para hacer gala de sus aptitudes o conocimientos, otros no, modestos o no; los explotan como sus propios espacios públicos en los que explayarse.
En un principio creé un fotolog cuando comencé a experimentar con la fotografía, alentado –y esta es una forma indirecta de agradecimiento- por una amiga rubia. Duró, creo que cinco meses, más o menos. No soy bueno con la noción del tiempo ni mi memoria es brillante, como coinciden la enorme mayoría de mis amigos, es decir, todos los que tuvieron ocasión de probar mis capacidades memoriales. Pero era eso, fotografía, no había expresión. Tengo que reconocer que algunas fotos eran lindas pero sin darme cuenta, dejé de sacar fotos, y abandoné el fotolog. Ni siquiera lo seguí usando por los motivos usuales, o sea, como forma de subir fotos mías o de cosas que se vinculen con mi persona para que mis amigos me la firmen. No sé por qué. Sencillamente es como si no tuviese ganas. Quizás sea eso y esté todo bien.
Regresando al planteo inicial, más allá de los fotologs, blogs y myspaces como fenómenos aislados integrados como una nueva moda o hecho social, hay cosas que fortalecen esta tendencias. Por ejemplo, el conocido blog “Historietas Reales”, del que soy lector diario. Es un blog en el que alrededor de quince dibujantes de cómic dejan una pequeña historieta narrando algún episodio de su vida, e incluso, de su imaginación, sus pensamientos, o lo que sea. Pocas veces se percibe como una historieta autobiográfica o introspectiva al pie de la letra, muchas veces son ingeniosas maneras de expresar sus pensamientos y sus fantasías, o narrando cosas intrascendentes. Posiblemente allí haya mucho más talento que sentimientos personales, pero a pesar de todo se puede captar una “identidad”, por decirlo de alguna manera, desde las sofisticadas y usualmente profundas historietas de Aguirre, las muy abstractas de Z.A.P., las descuidadas y bizarras de Ernán, las muy ilustrativas sobre la personalidad de Chinaski, entre otras. Se percibe una carga psicológica, una construcción de identidad y personalidad.
Para agregar algunos hechos más al cuadro, podría hablar de los best sellers de Melissa P. y Cielo Latini, entre otras mujeres que dejan por escrito su vida sexual y sentimental. Pocos hombres se aventuran a ese tipo de experiencias, o al menos yo los desconozco. Quizá sea una expresión de lo que yo percibo como un proceso de derrumbe de la cultura androcéntrica, mediante el ingreso de la mujer sexual, no solo como protagonista de la historia, sino también como autora, creadora de discurso, receptora y emisora de información. Por supuesto, no me aventuro a designar estos hechos como el minuto cero del proceso, seguramente ha sido precedido por otros fenómenos culturales que yo no conozco. Además, son paralelos o acompañantes de la creciente conquista del mercado laboral por la mujer, y más aún, de la inclusión de mujeres a bandas con compañeros masculinos, aunque como cantantes secundarias o líderes. Los ejemplos abundan: Scissor Sisters, Yeah Yeah Yeahs, Miranda!, Black Eyed Peas, El Otro Yo, The White Stripes e incluso la banda de mi hermano, Carmen San Diego.
Mi pregunta es: ¿es bueno esta tendencia de apertura? ¿Es un incremento de la comunicación (efectiva) o es una consecuencia de la falta de comunicación? Muchas veces me inclino a pensar que esta globalización es sumamente alienante y las nuevas tecnologías que facilitan la comunicación son, todo lo contrario, limitaciones a la comunicación o las relaciones sociales.
Pero habría que tener sumo cuidado para analizar este proceso y en gran parte depende desde que ángulo se lo observe. Habiendo finalizado mis estudios de CBC, puedo afirmar que muchas formas de relacionarse se han erosionado y que los efectos post-PRN (en el caso de la República Federal Argentina), potenciados durante la década del 90, han colapsado los lazos de solidaridad, principalmente cultural y políticamente para dar cabida a un mundo cada vez más cambiante en el que se amplían las distancias entre los grupos, clases y generaciones de la sociedad y en el que es cada vez más difícil relacionarse con otros individuos. No sé cuánta autoridad tengo en este tema, pero la última afirmación la puedo corroborar en carne propia.
Es más, y para no ser tan melodramático, mi caso no es en verdad tan grave, aunque a la hora de hablar de sufrimiento, sufro, y no me cabe la menor duda de eso. Pero a donde quería apuntar es que sé perfectamente que no soy el único, y una de las cosas que más me enferman al respecto es pensar eso y pregunarme ¿por qué no logro relacionarme con las personas que (también) se sienten solas y así no nos sentimos tan así? Afortunadamente (o al menos no me rompan esta veta optimismo), tales situaciones se pueden mejorar, terapia, experiencia o tiempo de por medio, y otras veces no.
Yo tengo la hipótesis de que este tipo de cosas a las que me refiero están estrechamente vinculados a algunos fenómenos tristes tales como la masacre de Columbine, la de “Junior” (sé que al susodicho le molestaba que lo llamen así, no es por ofenderlo, sino por no recordar una mejor apelación para referirme al caso), la de “Pantriste” (ídem “Junior”) y tantas otras más que no recuerdo y desconozco.
Concibo tales casos como una verdadera derrota de la humanidad, no voy a culpar a los “legalmente culpables” de los homicidios en virtud de mi pensamiento anarquista, pero que sucedan ese tipo de cosas, en otras palabras ilustrativas, en las que una persona joven tome la dura decisión de exterminar a sus SEMEJANTES sin que medien el históricamente triste fin del lucro y ni siquiera la xenofobia. Porque, muchas veces, el motivo en pocas palabras es el “no pertenecer”, queriendo, claro, porque si no quisiera pertenecer se sentiría feliz y chocho de la vida y todo estaría bien. ¿En qué mundo vivimos para que sucedan estas cosas? Porque quizás, y esperemos que no, estamos ante la punta del iceberg a lo que denomino “el proceso de atomización del conflicto”, en el que se abandonan las causas colectivas, sean políticas o sociales, por acciones individuales y desesperadas (¿no les recuerda al terrorismo?).
En fin, creo haberme ido por las ramas. De hecho, ahora que escribo esto, parece ser que yo pienso, siento y construyo mi identidad en base a estos pensamientos, así que, por el momento, es más que suficiente.
Muchas gracias por su tiempo, si llegaron a leer hasta acá, pónganse en mi lugar como dueño de un ciberespacio personal con el natural egoísmo de querer saber a cuántos desconocidos les interesa las cosas que se me ocurren… no, no estoy tratando de decir nada, solo considérenlo J.
Cariñosamente
Agustín/Eugenio/El Rubio o como quieran llamarme.
Por eso intentaré el ensayo de un escrito “autobiográfico” o personal. A lo mejor, tantas personas lo hacen, hoy en día, por algo, quizás porque las haga sentir mejor, incluso con ellos/as mismos/as. Es decir, hay cosas que ya dejan de ser meras casualidades para erigirse como fotografías de una época. Solo de navegar un poco de Internet uno ve mil millones de ciberespacios dedicados a una sola persona, un solo individuo o dividuos, en el que todos expresan sin miedo ni culpa ni cuestionamiento alguno lo que sienten, lo que piensan, definen libremente sus personalidades, aprovechan, efectivamente, esos espacios, algunos para hacer gala de sus aptitudes o conocimientos, otros no, modestos o no; los explotan como sus propios espacios públicos en los que explayarse.
En un principio creé un fotolog cuando comencé a experimentar con la fotografía, alentado –y esta es una forma indirecta de agradecimiento- por una amiga rubia. Duró, creo que cinco meses, más o menos. No soy bueno con la noción del tiempo ni mi memoria es brillante, como coinciden la enorme mayoría de mis amigos, es decir, todos los que tuvieron ocasión de probar mis capacidades memoriales. Pero era eso, fotografía, no había expresión. Tengo que reconocer que algunas fotos eran lindas pero sin darme cuenta, dejé de sacar fotos, y abandoné el fotolog. Ni siquiera lo seguí usando por los motivos usuales, o sea, como forma de subir fotos mías o de cosas que se vinculen con mi persona para que mis amigos me la firmen. No sé por qué. Sencillamente es como si no tuviese ganas. Quizás sea eso y esté todo bien.
Regresando al planteo inicial, más allá de los fotologs, blogs y myspaces como fenómenos aislados integrados como una nueva moda o hecho social, hay cosas que fortalecen esta tendencias. Por ejemplo, el conocido blog “Historietas Reales”, del que soy lector diario. Es un blog en el que alrededor de quince dibujantes de cómic dejan una pequeña historieta narrando algún episodio de su vida, e incluso, de su imaginación, sus pensamientos, o lo que sea. Pocas veces se percibe como una historieta autobiográfica o introspectiva al pie de la letra, muchas veces son ingeniosas maneras de expresar sus pensamientos y sus fantasías, o narrando cosas intrascendentes. Posiblemente allí haya mucho más talento que sentimientos personales, pero a pesar de todo se puede captar una “identidad”, por decirlo de alguna manera, desde las sofisticadas y usualmente profundas historietas de Aguirre, las muy abstractas de Z.A.P., las descuidadas y bizarras de Ernán, las muy ilustrativas sobre la personalidad de Chinaski, entre otras. Se percibe una carga psicológica, una construcción de identidad y personalidad.
Para agregar algunos hechos más al cuadro, podría hablar de los best sellers de Melissa P. y Cielo Latini, entre otras mujeres que dejan por escrito su vida sexual y sentimental. Pocos hombres se aventuran a ese tipo de experiencias, o al menos yo los desconozco. Quizá sea una expresión de lo que yo percibo como un proceso de derrumbe de la cultura androcéntrica, mediante el ingreso de la mujer sexual, no solo como protagonista de la historia, sino también como autora, creadora de discurso, receptora y emisora de información. Por supuesto, no me aventuro a designar estos hechos como el minuto cero del proceso, seguramente ha sido precedido por otros fenómenos culturales que yo no conozco. Además, son paralelos o acompañantes de la creciente conquista del mercado laboral por la mujer, y más aún, de la inclusión de mujeres a bandas con compañeros masculinos, aunque como cantantes secundarias o líderes. Los ejemplos abundan: Scissor Sisters, Yeah Yeah Yeahs, Miranda!, Black Eyed Peas, El Otro Yo, The White Stripes e incluso la banda de mi hermano, Carmen San Diego.
Mi pregunta es: ¿es bueno esta tendencia de apertura? ¿Es un incremento de la comunicación (efectiva) o es una consecuencia de la falta de comunicación? Muchas veces me inclino a pensar que esta globalización es sumamente alienante y las nuevas tecnologías que facilitan la comunicación son, todo lo contrario, limitaciones a la comunicación o las relaciones sociales.
Pero habría que tener sumo cuidado para analizar este proceso y en gran parte depende desde que ángulo se lo observe. Habiendo finalizado mis estudios de CBC, puedo afirmar que muchas formas de relacionarse se han erosionado y que los efectos post-PRN (en el caso de la República Federal Argentina), potenciados durante la década del 90, han colapsado los lazos de solidaridad, principalmente cultural y políticamente para dar cabida a un mundo cada vez más cambiante en el que se amplían las distancias entre los grupos, clases y generaciones de la sociedad y en el que es cada vez más difícil relacionarse con otros individuos. No sé cuánta autoridad tengo en este tema, pero la última afirmación la puedo corroborar en carne propia.
Es más, y para no ser tan melodramático, mi caso no es en verdad tan grave, aunque a la hora de hablar de sufrimiento, sufro, y no me cabe la menor duda de eso. Pero a donde quería apuntar es que sé perfectamente que no soy el único, y una de las cosas que más me enferman al respecto es pensar eso y pregunarme ¿por qué no logro relacionarme con las personas que (también) se sienten solas y así no nos sentimos tan así? Afortunadamente (o al menos no me rompan esta veta optimismo), tales situaciones se pueden mejorar, terapia, experiencia o tiempo de por medio, y otras veces no.
Yo tengo la hipótesis de que este tipo de cosas a las que me refiero están estrechamente vinculados a algunos fenómenos tristes tales como la masacre de Columbine, la de “Junior” (sé que al susodicho le molestaba que lo llamen así, no es por ofenderlo, sino por no recordar una mejor apelación para referirme al caso), la de “Pantriste” (ídem “Junior”) y tantas otras más que no recuerdo y desconozco.
Concibo tales casos como una verdadera derrota de la humanidad, no voy a culpar a los “legalmente culpables” de los homicidios en virtud de mi pensamiento anarquista, pero que sucedan ese tipo de cosas, en otras palabras ilustrativas, en las que una persona joven tome la dura decisión de exterminar a sus SEMEJANTES sin que medien el históricamente triste fin del lucro y ni siquiera la xenofobia. Porque, muchas veces, el motivo en pocas palabras es el “no pertenecer”, queriendo, claro, porque si no quisiera pertenecer se sentiría feliz y chocho de la vida y todo estaría bien. ¿En qué mundo vivimos para que sucedan estas cosas? Porque quizás, y esperemos que no, estamos ante la punta del iceberg a lo que denomino “el proceso de atomización del conflicto”, en el que se abandonan las causas colectivas, sean políticas o sociales, por acciones individuales y desesperadas (¿no les recuerda al terrorismo?).
En fin, creo haberme ido por las ramas. De hecho, ahora que escribo esto, parece ser que yo pienso, siento y construyo mi identidad en base a estos pensamientos, así que, por el momento, es más que suficiente.
Muchas gracias por su tiempo, si llegaron a leer hasta acá, pónganse en mi lugar como dueño de un ciberespacio personal con el natural egoísmo de querer saber a cuántos desconocidos les interesa las cosas que se me ocurren… no, no estoy tratando de decir nada, solo considérenlo J.
Cariñosamente
Agustín/Eugenio/El Rubio o como quieran llamarme.
2 comentarios:
Llamame loco con aires de poeta o artista barato, pero me parece que, aunque decís muchas cosas, te falta algo. Si bien acá decís un par de cosas sobre vos, este "articulo" no habla de vos y tu sufrimiento, habla de lo que pensás. Y a mi lo que pensás me parece muy bonito, pero no es lo que me interesa.
Otra vez, artista barato, pero tal vez te sentís tan solo porque no sabés expresar lo que sentís. Más allá de los medios de comunicación alienantes hermano, sentí y dejate sentir, así vas a reencontrarte un poco con la humanidad. A veces tenemos que ser más niños.
Quiértote pedazo de papanatas rígido, jeje.
Citá, ladrón.
Publicar un comentario